Una muchedumbre enfurecida acude al
ayuntamiento gritando. El alcalde Quimby pregunta a uno de sus
ayudantes;
- ¿La gente se está volviendo más tonta o más ruidosa?
- Más tonta señor.
Esta conversación de Los Simpson,
ilustra perfectamente lo que está pasando en España con el problema
de los ultras en el fútbol. Los hechos acontecidos por la muerte de
un aficionado radical perteneciente a los Riazor Blues a manos de los
ultras radicales del Atlético de Madrid, ha desencadenado una oleada
de estupidez y periodismo de bar cutre.
Como la gente se está volviendo más
tonta las medidas por parte de las instituciones implicadas no
quieren ser menos, y por lo tanto van a dar al pueblo lo que el pueblo
pide, contundencia, sanciones, expulsiones y muchas palabras de
repulsa, pero muchas muchas, que quede bien claro que no están a
favor de que se tiren personas a un río después de haber sido
apaleadas.
En este país se está gestando algo y
parece que muy poca gente se da cuenta, y el que se da cuenta mira
para otro lado, la sola idea de pensarlo le aterra. Lo del fútbol es
una máscara, es un canalizador, el que piense que esto es sólo un
problema del fútbol no tiene muchas luces. El fútbol es la excusa
de algo más grande, de algo muy antiguo. Este país está muy
movido, se huele en el ambiente. El germen ha ido creciendo lenta
pero inexorablemente, como una sucesión de jugadas lógicas en una
partida de ajedrez, y da la sensación que la partida está en ese
punto en la que empiezan a pasar cosas, en que ya empiezan a caer los
primeros peones.
Hay que analizar la esencia de las
cosas para entenderlas, de no ser así podemos caer fácilmente en
una maraña de hechos superficiales que nos van a llevar de rama en
rama, en vez de ir a las raíces. No son peleas de fútbol, los del
Depor no odian a los del Atlético porque una vez en un partido uno
envió a segunda al otro. Los bucaneros de Vallecas no odian a los
Ultra Sur del Madrid por tener mucho más presupuesto que ellos. Si
los expulsas de los campos, cosa que hay que hacer, se darán de
palos en festivales de música o en la feria del libro si hace falta.
En España todo es política, y cada vez más radicalizada. Cada día
hay más extremistas, y cada día son más extremos.
España es un país en eterno
conflicto, si no es con el vecino, es con el pueblo de al lado.
Provincias enfrentadas dentro de la misma comunidad. Comunidades
enfrentadas dentro del mismo país. Tortilla de patata con o sin
cebolla, Madrid o Barsa, Unidad contra independencia, izquierda
contra derecha. El motivo carece de sentido, lo importante es el
enfrentamiento. No existen los tonos grises, no tienen cabida en un
conflicto.
Vamos a vivir tiempos revueltos, del
tradicional bipartidismo a una amalgama de partidos condenados a no
entenderse, de la moderación al extremismo y todo esto aderezado con
unas gotitas de crisis económica y paro, que vienen muy bien para
alimentar a la bestia.
Estamos a tiempo de pararlo, pero no lo
vamos a hacer. En el fondo lo buscamos, aunque esto suene a
subconsciente colectivo Freudiano. España se encuentra cómoda en el
enfrentamiento, no sabemos ser de otra manera.
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